
Jesús es la señal para el mundo; Él nos ha dado una señal clara: la señal de la Cruz, que es la señal del cristiano. "Para llegar a Dios, Cristo es el Camino; pero Cristo está en la Cruz". ¿Por qué está ahí? ¿Cómo puede ser que nos quiera tanto y nosotros, en cambio, nos olvidamos de Él? ¿Es nuestro amor un amor dispuesto a cualquier sacrificio? A veces no. Pidamos su ayuda para no dejarnos llevar por la comodidad o por la pereza.
Los frutos de seguir la señal de Cristo, de vivir pegado a su Cruz, son: la serenidad, un hondo sentimiento de paz, un amor dispuesto a cualquier sacrificio, una eficacia grande, una alegría profunda, porque procede de saber que, quien se entrega de veras, está junto a la Cruz y por consiguiente, junto a Cristo.