Una sola cosa es necesaria


Jesús le dice a Marta que sólo una cosa es necesaria en esta vida: el amor a Dios, la santidad personal. Cuando Cristo es el objetivo de nuestra vida las veinticuatro horas del día, trabajamos más y mejor. Éste es el hilo fuerte como en un collar de perlas finas que une todas las obras del día; así evitamos la doble vida; una para Dios y otra dedicada a las tareas en medio del mundo. No podemos tener dos vidas paralelas, la espiritual y la secular; a Jesús lo tenemos muy cerca de nosotros, como Marta y María lo tuvieron. Nos acompaña en el hogar, en la oficina, en la calle, en la diversión. No dejemos de referir a Él todo lo que sucede a lo largo de nuestra jornada.


Sólo una cosa es necesaria: la amistad creciente con el Señor. El mayor bien que podemos prestar a la familia, al trabajo, a la sociedad, es el cuidado de los medios que nos unen al Señor... El mayor mal, el descuido de estos medios por desorden, por tibieza, incluso por una aparente eficacia mayor en otras actividades que pueden aparecer como más urgentes o importantes. Cuando vemos que la multiplicidad de quehaceres tiende a ahogar el tiempo que dedicamos especialmente al Señor, basta que recordemos Sus palabras: una sola cosa es necesaria.