La resurrección no fue el último acontecimiento en la vida terrenal de Jesús. Él no resucitó como Lázaro para volver a morir más tarde. El último suceso en su vida que da sentido a todo el Evangelio, a la Iglesia, a la humanidad, es la Ascensión, la entrada en la Gloria del Padre. Sin esto, la vida de Jesús sería una columna rota.
La Ascensión es la plenitud de la Resurreción, es el tope final de la vida de Jesús, es la meta de nuestra Esperanza.
La Ascensión nos da una clara respuesta a una de las preguntas más existencialmente importantes de toda la filosofía. ¿A dónde vamos? Sin esta respuesta la humanidad se queda sin sentido para vivir, sufrir, trabajar y amar.
Es la pregunta que tarde o temprano nos formulamos ante la muerte.
¿Qué hay al otro lado de la agonía? ¿La vida tiene sentido? ¿La muerte tiene sentido?
La máxima amenaza del hombre es la muerte, es el enemigo más terrible.
El valor máximo en la vida del hombre es el llamado "sentido de la vida". Si esta vida no tiene un sentido, una meta, un más allá de la muerte, esto es un absurdo. El Evangelio nos da la solución para la crisis vital, da un sentido a nuestra vida. Cristo dice: "Soy la Resurrección y la Vida, quien cree en mí, no morirá". Si Cristo ha resucitado, también nosotros hemos de resucitar y entrar con Él en la Gloria.
El cielo y la responsabilidad ante el mundo.
El hombre no es un medio, un instrumento, un objeto de felicidad para el hombre. Es un fin en sí. Dios todo lo ha creado para el hombre. El hombre ha sido creado para dominar las cosas, pero no para dominar a otros hombres... El hombre no es cosa, es "persona". El hombre no ha sido creado para empleador uno y empleado otro, para explotador uno y explotado otro.
De ahi la dignidad de cada hombre y de toda la humanidad, y de cada una de las razas humanas. La vida no es así banal, no es un "como si". Es algo tremendamente importante. "En ella se juega la eternidad de cada uno".
Nunca la vida es tan seria y tan llena de responsabilidades terrenas, como cuando uno mira al cielo y sabe que en el trabajo se ventila una eternidad.
El día de la Ascensión es el día de pensar que la meta de la Vida es:
Vivir eternamente con Cristo en la Gloria del Padre.
La Ascensión es la plenitud de la Resurreción, es el tope final de la vida de Jesús, es la meta de nuestra Esperanza.
La Ascensión nos da una clara respuesta a una de las preguntas más existencialmente importantes de toda la filosofía. ¿A dónde vamos? Sin esta respuesta la humanidad se queda sin sentido para vivir, sufrir, trabajar y amar.
Es la pregunta que tarde o temprano nos formulamos ante la muerte.
¿Qué hay al otro lado de la agonía? ¿La vida tiene sentido? ¿La muerte tiene sentido?
La máxima amenaza del hombre es la muerte, es el enemigo más terrible.
El valor máximo en la vida del hombre es el llamado "sentido de la vida". Si esta vida no tiene un sentido, una meta, un más allá de la muerte, esto es un absurdo. El Evangelio nos da la solución para la crisis vital, da un sentido a nuestra vida. Cristo dice: "Soy la Resurrección y la Vida, quien cree en mí, no morirá". Si Cristo ha resucitado, también nosotros hemos de resucitar y entrar con Él en la Gloria.
El cielo y la responsabilidad ante el mundo.
El hombre no es un medio, un instrumento, un objeto de felicidad para el hombre. Es un fin en sí. Dios todo lo ha creado para el hombre. El hombre ha sido creado para dominar las cosas, pero no para dominar a otros hombres... El hombre no es cosa, es "persona". El hombre no ha sido creado para empleador uno y empleado otro, para explotador uno y explotado otro.
De ahi la dignidad de cada hombre y de toda la humanidad, y de cada una de las razas humanas. La vida no es así banal, no es un "como si". Es algo tremendamente importante. "En ella se juega la eternidad de cada uno".
Nunca la vida es tan seria y tan llena de responsabilidades terrenas, como cuando uno mira al cielo y sabe que en el trabajo se ventila una eternidad.
El día de la Ascensión es el día de pensar que la meta de la Vida es:
Vivir eternamente con Cristo en la Gloria del Padre.