Transmitir el mensaje de Cristo con valentía

Los jefes judíos estaban buscando a Jesús para matarlo. Su vida corría peligro pero no se escondía, sino que continuaba con su misión de enseñar el Evangelio a todas las gentes. En cambio nosotros, ¿cuánta cobardía tenemos a veces? Vemos que debería decirle algo a este amigo, o cortar una conversación impura, o defender a la Iglesia ante esa crítica destructiva, pero nos quedamos allí arrinconados, escondidos en nuestro silencio, y perdemos una oportunidad inmensa de dar buena enseñanza.

Juan Pablo I, en su primer mensaje como Papa, decía: "Queremos recordar a toda la Iglesia que la evangelización sigue siendo su principal deber... Animada por la fe, para sembrar la palabra, proclamar el mensaje, anunciar la salvación que infunde en el alma la inquietud de la búsqueda de la verdad y la sostiene con la ayuda de lo alto en esta búsqueda".

Si todos los hijos de la Iglesia fueran misioneros incansables del Evangelio brotaría una nueva floración de santidad y de renovación en este mundo sediento de amor y de verdad. ¿Cuántos creen conocer a Cristo pero, en el fondo, no lo conocen? Dicen que lo siguen, pero no siguen a su Iglesia; dicen que lo entienden, pero no entienden su Cruz; dicen que lo aman, pero no aman la Eucaristía. Nosotros a veces, también lo seguimos poco, lo entendemos poco, lo amamos poco.

Llenémonos de plenitud del mensaje de Cristo para poder transmitirlo a los demás. Ante la confusión actual donde hay quien se cree con el derecho de interpretar la enseñanza de Cristo a su antojo, debemos tener las ideas claras porque la señal del cristiano es la Cruz.