Los sacrificios y las ofrendas

Dios quiso darle a Jesús un cuerpo, una naturaleza humana capaz de sufrir, para acabar con todos los sacrificios. Dios no quiere ni acepta sacrificios ni ofrendas. Con Cristo quedaron suprimidos todos los sacrificios. Dios no quiere "cosas", quiere "personas", un corazón humillado, arrepentido. No quiere que ofrezcamos personas ajenas sino la nuestra propia. Cada uno somos personas y cada uno se ofrece a sí mismo. Pero Dios no quiere sacrificios con sangre derramada, eso se acabó. ¿Cristo rechazó las limosnas para los pobres y las ofrendas para el culto? No. ¿Hubiera aprobado el almacenamiento de frascos de perfumes o las joyas en un museo? No. ¿Qué hace falta para el culto, el oro... y las vestiduras consagradas? La gran riqueza de los templos es la ayuda a los pobres. Dios si le dio a Cristo un cuerpo apto para hacer de él y de su vida una "Hostia Pura", se lo dió para hacer de su vida el dolor, la tristeza, el trabajo, la alegría, la muerte, y Cristo lo aceptó. Jesús no hizo el más mínimo milagro para escapar de una injusticia, dolor o incomodidad, ese fue el sacrificio y la ofrenda. "Otros sacrificios son evasiones y Dios no quiere ese tipo de sacrificios".