La inmortalidad y la santidad

El gran problema de la filosofía es: ¿De dónde vengo y hacia dónde voy? ¿Qué podemos esperar después de la muerte? El gran problema de la humanidad. El sentimiento trágico de la vida. ¿Qué puedo esperar más allá del ataúd, del sepúlcro?

El problema de la inmortalidad, de la supervivencia es el poblema más hondo del hombre. Toda la religión sería una droga para la humanidad sino hay inmortalidad. Y sin la fe en ella no hay filosofía que pueda justificar, ni el altruísmo, ni la justicia. El hombre sin la fe es el animal más feroz y más peligroso, precisamente por ser inteligente. Sin la fe en la inmortalidad, la Caridad sería un sentimentalismo necio.

Dios nos llamó a la inmortalidad:Jesús es el gran proclamador de la inmortalidad. Pero Jesús no habla sólo de la inmortalidad del alma, habla de la inmortalidad de la persona humana. "Resucitaremos como Él resucitó".

Dice San Pablo: "Jesús destruyó la muerte, irradió la luz de la vida y de la inmortalidad".

Pascal decía: "nadie a no ser cínico, puede decir que no le interesa el problema de la inmortalidad".

Dios nos llamó a una vida santa:Para un cristiano es un deber aspirar a la Santidad: "Sed perfectos como vuestro Padre celestial". La Voluntad de Dios es que sean Santos.

Pero se ha dicho que en el cristianismo, nadie tiene el derecho de contentarse con ser buena persona. No podemos contentarnos por la mediocridad. El Espíritu Santo que nos ha sido dado es la Gracia sustancial. La vocación a la Santidad es la Gracia existencial.

Es hora de despertar... Hay muchos cristianos dormidos y aún muertos por el pecado: "el sueño de la muerte". Necesitamos que suene el despertador. Hoy hay escasez de "despertadores en la Iglesia" y sobran serenatas que invitan a dormir.

La vida es una lucha. Dios nos ha dado "Espíritu de fortaleza y no de miedo y timidez". Hemos de luchar por el Evangelio "sin avergonzarnos". Pero siempre con Caridad. No se trata de luchar con el fusil, sino con la palabra, con el ejemplo, con la vida, dando parte de nuestro tiempo...

¡Si cada Cristiano luchara por el Evangelio!