
No hay amnistía, no porque a Cristo le falte misericordia, sino porque nuestro destino es una consecuencia necesaria de nuestra libertad, de nuestros actos libres, que habrán aprovechado más o menos las gracias que Jesús nos ha ido enviando.
Jesús, cuando nos juzgue, lo que hará es ver cómo hemos cumplido la voluntad de Dios. Ya no es tiempo de dar más gracias, ni de perdonar. Una vez muerto, ya no puede hacer nada más que juzgar. Y Su juicio, a la vez que misericordioso, será justo: "mi juicio es justo dice el Señor".
Que nos demos cuenta de lo que nos estamos jugando en esta tierra. Que seamos conscientes de que el cielo y el infierno no son cuentos para asustar a los niños. Que sentamos la responsabilidad de salvar a otras almas: a todas las almas. Pero, primero, la nuestra; si no, tampoco podremos ayudar a los demás.