Tener Fe


Veamos cómo es nuestra fe y pidamos a Jesús que nos otorgue la gracia de crecer en ella, día a día. San Agustín enseñaba que tener fe es decir: creer a Dios que sale a nuestro encuentro y se da a conocer; creer todo lo que Dios dice y revela; y, por último, creer en Dios, amándole, confiar sin medida en Él. Progresar en la fe es crecer en estas facetas. La primera, que reside en el afán de conocer mejor a Dios, se concretará en la fidelidad a la verdad revelada por Dios, proclamada por la Iglesia, predicada y protegida por su Magisterio.

Creer a Dios nos lleva a verle muy cerca de nuestro vivir diario, a tratarle diariamente en diálogo amoroso en la oración y en medio del trabajo, de alegrías y tristezas. Creer en Dios es la coronación y gozo de los otros dos: Es el amor que lleva consigo la fe verdadera.


La fe verdadera nos une a Cristo y nos da una seguridad que está por encima de toda circunstancia humana. Pero para tener esa fe necesitamos la fe del Centurión: sabernos nada ante Jesús; no desconfiar jamás de su auxilio, aunque alguna vez tarde en llegar o venga de distinto modo a como esperábamos. San Agustín afirmaba que todos los dones de Dios pueden reducirse a éste: "Recibir la fe y perseverar en ella hasta el último instante de la vida"