Siempre se puede encontrar la manera de no creer en Cristo. Ha de ser así, porque de otro modo no lo amaríamos con libertad sino obligados por la evidencia. Hace un milagro patente, y la gente sencilla se queda admirada. Pero otros prefieren buscar todo antes de reconocer que Él es Dios. ¿Cuál es mi actitud ante tantas intervenciones de Dios en mi vida? Es lo que se llama tu providencia ordinaria, es decir, que las cosas ordinarias que ocurren en nuestra vida están queridas y enviadas por Él para nuestro bien.
La Divina Providencia consiste en las disposiciones por las que Dios conduce con sabiduría y amor todas las criaturas hasta su fin último.
Todo lo que nos envía, aquéllo que nos parece bueno y, también, aquéllo que nos hace sufrir un poco y que, seguro, tiene una parte positiva, aunque a veces nos cuesta verla humanamente. Así que decidamos estar con Cristo, no contra Él, sabiendo que no hay posturas intermedias. Que no tengamos miedo a darnos más; que nos decidamos a intentar de verdad ser santos.