
Aunque la santificación es enteramente de Dios, en su bondad infinita, Él ha querido que sea necesaria la correspondencia humana, y ha puesto en nuestra naturaleza la capacidad de disponernos a la acción sobrenatural de la gracia. Mediante el cultivo de las virtudes humanas disponemos nuestra alma a la acción del Espíritu Santo. Las virtudes son el fundamento de las sobrenaturales. Cuando se crece en una, se adelanta en todas las demás. Y "la caridad es la que da unidad a todas las virtudes que hacen al hombre perfecto". Hoy podemos preguntarnos: ¿aprovecho verdaderamente las incidencias de cada día para ejercitarme en las virtudes? El Señor no pide imposibles. Él dará las gracias necesarias para ser fieles en las situaciones difíciles. Nuestra Señora, "modelo y escuela de todas virtudes nos ayudará en nuestro
empeño por adquirir las virtudes que el Señor espera de nosotros.