Jesus sale a buscarnos


La vida de Jesús estuvo totalmente entregada a sus hermanos los hombres, con un amor tan grande que llegará dar la vida por todos. Cuanto más necesitados nos encontramos, más atenciones tiene con nosotros. Esta misericordia supera cualquier cálculo y medida humana.

El Buen Pastor no da por definitivamente perdida a ninguna de sus ovejas. Con esta parábola, el Señor expresa su inmensa alegría ante la conversión de un pecador; un gozo divino que está por encima de toda lógica humana. Es la alegría de Dios cuando recomenzamos en nuestro camino, quizá después de pequeños o grandes fracasos. Existe también una alegría muy particular cuando hemos acercado a un amigo o a un pariente al sacramento del perdón, donde Jesucristo le esperaba con los brazos abiertos.


Jesucristo sale muchas veces a buscarnos. Jesús se acerca al pecador con respeto, con delicadeza. Sus palabras son siempre expresión de su amor por cada alma. Los cuidados y atenciones de la misericordia divina sobre el pecador arrepentido son abrumadores. Nos perdona y olvida para siempre nuestros pecados. Lo que era muerte se convierte en fuente de vida.

Nos muestra el Señor el valor que para Él tiene una sola alma y los esfuerzos que hace para que no se pierda. Este interés es el que debemos tener para que los demás no se extravíen y, si están lejos de Dios, para que vuelvan.