Mientras San Pablo caminaba por las calles de Atenas, le llamó la atención un templo que tenía escrito sobre su puerta: “para el Dios desconocido”. Entonces, pensó Pablo y dijo: por fin allí está un Dios que declara su nombre. Y así cuando se deja el hombre solo, o sea, sin la revelación, no puede descubrir las cosas de Dios; pero Dios no deja al hombre solo porque lo ama, y Cristo ilumina a cada hombre por ser la luz verdadera. Y todo lo que murmuran de Él los filósofos, los científicos y nuestros corazones son algo de acercamiento que muchas veces queda lejos. Para pasar el hombre del “Dios desconocido”, misterioso, a conocer al Dios verdadero tiene que aceptar las revelaciones que da ese Dios de sí mismo a través de la historia y de Cristo a través de su Iglesia.
Hay muchas cosas que aprendimos sobre Dios cuando éramos niños y hasta ahora nos alejan de ese Dios que estamos a punto de nombrarle: “un misil atómico”, mientras que la verdad es lo contrario de todo eso. Esas ideas que teníamos de Dios hizo de nosotros unos adoradores “del Dios desconocido”, pero ahora la cosa se cambió totalmente y se aclaró, porque “el padre” es un ser amoroso, es el Dios del amor. Por eso Él se acercó a esa humanidad que es su hija, antes de entender el hombre qué significaba la palabra “padre”. Él había dicho su nombre para saber que tal persona está allí y para que pueda llamarle como el niño llama a su padre .
Antes de Cristo, de 2000 años casi, un hombre llamado Abraham oye una voz diciéndole: (gen 12: 1..5) pero, ¿Qué era esa voz? El estudio del libro que concuerda con la historia nos hace decir que es “el Dios ill”, o sea, el todopoderoso, pero Abraham sabe que está muy cerca de él y siente su presencia y su voz. Y la gente de su época no desconocían a ese Dios “ill” sino lo nombraban el fuerte, el creador y tambien el “padre”, pero no del mismo sentido que hoy sabemos, ellos lo imaginaban lejos y muy pocas veces que atiende al hombre. Por eso esa gente regresaba a dioses más prácticos como el dios del sol......etc. Mientras Abraham nos enseña que el todopoderoso es lo contrario de eso. Él está cerca y quiere caminar con nosotros presentándose a sí mismo más y más. Él no es un padre del sentido general sino padre amoroso para todos y para cada uno de nosotros. Es nuestro padre personal que tiene un nombre como cualquier otra persona.
Después 600 años de Abraham, Dios se revelará a sí mismo de una manera más profunda: revelará su nombre. Se acercó a Moisés y habló con él y Moisés le dijo: si me preguntan tu nombre que les digo. Le dijo Dios: “YO SOY” es lo que respondes. Ese es el nombre que llevaré siempre y por el que me llamarán las generaciones (éxodo 3). Esa es la revelación del nombre de Yavé, “yo soy”. Era un momento extraordinario. Dios da con el un paso de amistad íntima y da al otro poder sobre sí mismo al decirle: mi nombre es fulano, ahora sabes como me llamo, puedes entonces llamarme.
¿Qué entendemos cuando Dios revela su nombre? Dar a un sitio o una persona un nombre significa que ha sido posible hablar de él y dominarlo. Así nos hace ver el libro del génesis a Adán dominando todo lo que está en la tierra por darles un nombre, pero para las personas el nombre antes que todo es cuestión de relaciones. Si conoces el nombre de una persona ya puedes invitarla, hablarle y en pocas palabras, hacer relaciones con ella.
Y si Dios se nombró a sí mismo, eso significa que ha sido uno de nosotros, que Él habitó entre nosotros como persona, como “Dios personal”. Yo soy fulano, y con esto permite a la gente pronunciar su nombre, para entregarse a ellos, para que puedan llamarle. De eso se hace uno, de una comunidad uno de nosotros, podemos llamarle, hablar con Él, llegarle, orarle. Él está aquí por nosotros.
Y pasan los tiempos y en el momento asignado nacerá en Belén un niño que fue predicado por Él y su nombre es Jesús, que significa: “Dios salva”. Y Jesús dirá un día: “si no creen que yo soy, morirán en sus pecados”. Así aparece Jesús, la persona que cumple Dios en ella la promesa de la revelación de su nombre, en carne y hueso para la gente. Dios, el encarnado, que algunos se acercaron a Él, lo tocaron y lo vieron. “Dios con nosotros”.
Y Jesús antes de su muerte y resurrección concluye su vida y su misión diciendo:“Padre, ha aparecido tu nombre para la gente”(juan 17: 6 ) y así aparece Jesús en la cumbre de la revelación como el nombre del Dios verdadero, vivo. En Él ha sido Dios la persona que podemos encontrar y llamar. “Ha sido Dios, uno de nosotros”. Entonces, Dios es una persona. No podemos verlo porque es un espíritu, pero se revela a sí mismo, a veces metiéndose directamente en la historia del pueblo judío y a veces en una conversación con el hombre como persona amigable. Entonces, decir Dios significa Majestad y padre cercanía.
EJEMPLO: el padre y el hijo (lucas 11: 11-13 )
No hay padre sino uno solo que es Dios. Los padres, mientras que su paternidad sea buena, no son el ejemplo para la paternidad de Dios, sino al contrario, la de Dios es la fuente de cada paternidad en el cielo y la tierra. Dios es padre para cada uno de nosotros y para toda la gente. Nos conoce personalmente y nos atiende. Por eso esa preocupación sobre la comida, bebida, vestir, no tiene sentido porque Él sabe que necesitamos todo eso. Como también es el padre de los malos (mateo 5: 43), el bueno, el malo, el santo y el ateo, Dios los trata como hijos y con su mismo corazón paternal.
PADRE TODOPODEROSO: el libro nos revela que Dios es padre, o sea: Dios padre todopoderoso. Allí se nos abre la mente. Ahora se acabó la cuestión del Dios todopoderoso. Nosotros no creemos en Dios todopoderoso, sino en el Dios padre todopoderoso. EJEMPLO: cuando uno es un niño.
La palabra todopoderoso está tomada del Antiguo Testamento y significa: Dios del ejercito celestial, y esos no son sino los planetas que se mueven por orden de Dios. Es lo que cantamos hoy en el santo: Dios del universo. Esa palabra nombra a Dios, el Señor de todas las cosas y todo los seres. Ese poder absoluto de Dios no aparecerá sino al lado del nacimiento de Belén y la cruz del gólgota, cuando llegó el todopoderoso a la máxima incapacidad: niño llorando en una cuna, agonizando sobre la cruz. Allí supimos sobre qué se monta la soberanía de Dios. Él descubre para nosotros que su fuerza es distinta a la fuerza humana. Descubre Cristo para nosotros que el poder verdadero es el que renuncia a la fuerza y que su fuerza no viene de la violencia sino del amor. En el mundo del amor el pequeño es el grande, el débil es el más fuerte y el sirviente es el amo.
DIOS ES AMOR: esa es su definición y quien lo define con otra cara, ha definido a un Dios mentiroso. Sin duda, Dios es: fuerza, santo, sabio, justo, etc., pero esas son características, no nombre. La naturaleza de Dios es el amor. El amor de Él es gratis e incondicional. No tiene intención, sino amarnos. Ejemplo: desear el niño antes de tenerlo.Así es el amor de nuestro padre. Él no pide nada de nosotros y tampoco tenemos algo valioso para darle. Él no espera nuestro amor para Él y tampoco espera que lo merezcamos para amarnos. Ese es el amor de nuestro Dios. Sin duda, nuestro amor le satisfacerá mucho si responde con el suyo.
Si Dios fuera el todopoderoso hubiera dominado al hombre bajo su voluntad, quiera o no. Ese Dios no existe, mientras el Dios padre, el amor de Él, tiene poder para respetar la libertad de sus hijos hasta el máximo (lucas 15). El padre verdadero da a su hijo su confianza, cueste lo que sea, a pesar del riesgo. Él apuesta a todo: sus bienes, su nombre, su honor y lo que hará el hijo podría ser perder todo. Ese es el precio de la libertad.
NUESTRO DIOS PADRE ES AMOR Y LIBERTAD DE AMOR .