La Santísima Trinidad

Lucas: 10:22, juan: 14:7-10 y 16: 18-26.
El padre es Dios: cuando habla la biblia o dice “Dios”, significa “Dios padre” y las oraciones se presentan por Cristo su hijo único. Entonces, el hijo es Dios igual al padre, y dice Cristo: “mandará el padre en mi nombre al Espíritu Santo”. Finalmente, son tres en un solo Dios, porque el padre y el hijo son uno y al formar una perfecta unión por su amor, surge de ellos un tercero que es el Espíritu Santo ( las tres personas divinas se funden en un solo y único Dios).
La santísima trinidad es como la familia. No se define con palabras. Hay que vivirla para entenderla y captar su concepto.
Ejemplo: el niño al nacer no sabe que el hombre y la mujer que siempre están a su lado brindándole amor son sus padres, pero a medida que va creciendo con ellos de la mano, viviendo su día a día junto a ellos, comprende que éstos son sus progenitores y que los tres juntos, gracias al amor que se tienen, forman una familia.
No hay palabra en la biblia que diga o que hable de un Dios único en tres personas, pero en el génesis vemos la presencia de un gran amor y más aún, se habla de Dios en plural. Cuando creó al hombre no lo creó solo a él, creo al hombre y a la mujer, quienes al juntarse por medio de su amor pueden crear a un tercero, su hijo. Lo creó trinitario, a la imagen y semejanza de Dios. Entonces, el Dios único es trinitario.
Jesús nunca dió un ejemplo concreto que tuviera que ver con la trinitaria, sino que vive como el hijo único de Dios, y nos descubrió un acercamiento increíble con el padre. Y cuando hablaba de ese padre lo hacia como una persona diferente a él (juan:17:10) y sin embargo, hay una unión absoluta. “El padre y yo somos uno”. Y hacia el final de su vida predica de la tercera persona divina (juan:16:5). Un espíritu diferente al padre y aún así son uno solo (1cor: 2:10), y con el hijo son uno (2cor:3:17). Entonces, la revelación nos pone frente a distintas personas divinas y frente a su unión en un único Dios. La puerta de ese sacramento no se abre a través del láser, sólo se abre por el amor (juan14:23).Dice el teólogo Henry Boyer: “no se puede hablar de números en Dios. Él no es tres ni uno, del significado que entendemos que den los números en nuestro experimento humano, porque si decimos que en Dios hay tres personas (como tres en una familia), hubiéramos reconocido tres dioses distintos y negaríamos la fe. Si por el contrario, dijéramos que el padre, el hijo y el Espíritu Santo son tres gestos que aparecen en Dios, como tres imágenes en una sola cara, hubiéramos negado la diferencia entre las tres personas. Frente a ese misterio, permanecemos en silencio, y podemos acercarnos un poquito murmurando. Vimos en la biblia que Dios se revela a sí mismo como persona pero, ¿Qué es una persona? Es un ser que tiene conocimiento, libertad, amor y la posibilidad de comunicar. La palabra persona en griego es “prosobon”, que significa “mirar hacia” y en latin “personai”, quiere decir: “hablar a mi”. Desde el principio nuestro Dios es comunitario y por haberse revelado como amor es la cumbre de “mirar hacia” y “hablar a”. El ser no puede ser amor sino para otra persona. Alguien que está solo no puede amar, porque no tiene a quien entregar su amor, y si se ama a sí mismo, resulta egoísta y es el contrario del amor. Entonces, Dios es relación, comunicación. Las tres personas divinas son diferentes, pero se unen perfectamente hasta convertirse en un solo dios. El padre es un acto de amor, porque se entrega completamente a su hijo, da todo lo que tiene y todo lo que es. El hijo es un acto de amor en el regreso total hacia el padre, el Espíritu Santo es ese mismo amor que se da todo por completo el uno al otro. “Acto de amor ilimitado”. Esa es la naturaleza divina compartida entre los tres. El padre manda al hijo, el hijo sale del padre y los dos mandan al Espíritu Santo en el Pentecostés. Ese mismo Espíritu Santo es el que anima los corazones cristianos para despertar en ellos la fe y la oración, que va dirigida al padre por el hijo.
Muchos cristianos en su fe y su oración no se dirigen sino al Dios único (como los musulmanes), mientras la revelación nos llama a un encuentro personal con la santísima trinidad (padre, hijo y Espíritu Santo).
Dice Varión: el misterio de la trinidad es el misterio de la familia divina. Dios solitario no es Dios vivo. Amen.