JESUS TE LLAMA
Dios pasa por la vida de cada persona en unas circunstancias bien determinadas, a una edad concreta, en situaciones distintas; y exige de acuerdo con esas condiciones, que Él mismo ha previsto desde la eternidad. Jesús pasa y llama: a unos cuando son jóvenes; a otros en la madurez de su vida... o en su declinar. A muchos los encuentra en medio del mundo, desarrollando su trabajo profesional; a otros les encuentra en el matrimonio y les pide santificar su familia. En cualquier edad o circunstancia en la que se reciba la llamada, el Señor da una juventud interior que lo renueva todo, la llena de ilusiones y de afán apostólico.
La mejor edad para entregarse al Señor es aquella en la que Él llama; nunca es demasiado pronto, ni demasiado tarde. Lo importante es ser generoso.
La vocación siempre exige renuncia y un cambio profundo en la propia conducta. La llamada reclama para Dios todo lo que uno se había reservado para sí mismo, y pone al descubierto apegamientos, flaquezas, reductos que se suponían intocables y que, sin embargo, es preciso destruir para adquirir el tesoro sin precio, la perla incomparable