La venida de Cristo es un hecho que descuidarlo u olvidarlo es muy peligroso. Es inútil andar especulando el "cuándo" va a tener lugar la segunda venida. Lo que sabemos cierto es que la historia y cada uno de nosotros camina a un futuro absoluto, a una meta inevitable, que el final viene.
El hombre verdaderamente sabio es el que no olvida que debe estar listo para cuando el Señor llame. Si vive con este recuerdo, el final no será de terror, sino de alegría eterna. Hemos de vivir y acabar cada día en condición de ir a ver al Señor, a encontrarlo. Así toda la vida es una preparación para la venida y el encuentro con el Cristo Jesús.
El hombre moderno materializado, privado de reflexión, en su cabeza entra todo sin el más mínimo control. Lo mismo lo sano que lo morboso, lo bueno que lo malo. Hay que poner un buen colador a lo que entra en nuestra cabeza y peor aún en el corazón, porque el corazón es todavía más influenciable.
Ver, hablar, actuar, prever, revisar constantemente, no dormirnos, he ahí la tarea de la prudencia.
