La paciencia

La paciencia verdadera que merece el nombre “virtud” es la que nos hace soportar el mal con calma temiendo perder con el pecado los bienes que a través de ellos llegamos a Dios. Al impaciente que se niega a soportar la molestia, su impaciencia no le salva de las molestias sino las aumenta sobre él. Mientras, el paciente soporta todo lo que le pasa para aliviar con su paciencia la desgracia y al soportarla evita lo que le pudo causar su impaciencia; y mientras no esté escapando de los sufrimientos cortos de este mundo, él no pierde los grandes bienes eternos, porque el sufrimiento de esta vida no se compara con la gloria que obtendremos (romanos 8:18).
Mira la gente. ¿Cuántos dolores y cansancio soportan buscando bienes que los aman, un amor impuro? Y cuando creen que están más felices por esos bienes comienzan a buscarlos de una manera que no les da el descanso y, ¿Cuántos dolores soportan buscando fortunas falsas y glorias nulas, llenando sus pasiones? En este caso la paciencia es extraña más que alabada.
“La paciencia es la compañera de la sabiduría y no el servidor de la pasión”.
“la paciencia es la amiga de la buena conciencia y no la enemiga de la inocencia”.
Cuando ves a una persona soportando con paciencia un dolor, no alabas a la paciencia que apareció por el problema que la creó. Si el motivo es bueno la paciencia será verdadera, pero si fue en un crimen es muy fácil que el ser humano se engañe por el nombre de la paciencia, y como que todos, quien sabe, no comparten el conocimiento. Así no todos los que sufren participan de la paciencia. Nuestro señor Jesucristo nos enseñó la paciencia verdadera en (mateo13:30) y Él mismo dio el ejemplo con su vida.
Tenemos que buscar el origen de la paciencia verdadera, que de verdad se llama “virtud”, y no al que muchas personas se refieren a la fuerza de la voluntad humana o que ellos no la obtienen por una ayuda divina sino por un pensamiento libre; “eso es un error”. La paciencia de los piadosos baja de arriba, “del Padre celestial”. La de los pecadores es terrenal y la de los piadosos es celestial. La pasión que hace a los pecadores soportar todo con fuerza es una pasión mundial, que es contraria al amor de Dios y en ella soportan todo con valentía quienes viven una vida santa. Por eso la voluntad humana fuera de la ayuda de Dios se basta de la paciencia falsa. La voluntad humana no puede tener paciencia verdadera si no le viene la ayuda divina. “No hay paciencia verdadera sin amor.”Quien nos da el amor, Él mismo nos da la paciencia”.