
Todas las épocas son buenas para meternos en caminos hondos de santidad. Dios nos llama en todas las circunstancias: una familia concreta, un trabajo, las personas con las que hemos de convivir, el país, la región, el sistema político imperante, nuestra propia manera de ser, y no otra. Nos llama en la guerra y en la paz, en la enfermedad y la salud, en el triunfo y cuando parece que hemos fracasado, en la abundancia o cuando apenas tenemos lo necesario.
Quienes no cuentan con la gracia y ven las cosas con una visión puramente humana, están diciendo constantemente: éste de ahora no es tiempo de santidad...Si contemplamos la vida de un modo humano, algunas circunstancias parecerían más propicias para la santidad y para el apostolado. Hay momentos difíciles durante los cuales necesitamos más ayuda y pondremos más atención y empeño en la oración, en el trato con Jesús Sacramentado, con la Virgen. Entonces, las virtudes se hacen más fuertes y toda la vida interior madura.
Así mismo, para hacer apostolado; todos los días y momentos son buenos. Sin embargo, es necesario el esfuerzo y poner en juego las virtudes humanas, con constancia y generosidad, para sembrar mucho, aunque no veamos los frutos. Si los primeros cristianos hubieran esperado circunstancias más propicias, pocos conversos hubieran llevado a la fe. Pidamos a la Virgen un efectivo deseo de santidad en las circunstancias en las que ahora nos encontramos, y de apostolado para que llevemos muchas almas al Corazón de su Hijo.