La renuncia

Ésta es una de las verdades que me cuesta ver: ¿Cómo voy a ser feliz a través de la renuncia, de negarme a mí mismo, a mis gustos, a mis caprichos, a mis placeres y ambiciones? Parece un contrasentido eso de querer coger la cruz cada día. ¿No habrá que buscar un equilibrio entre una cosa y otra? Jesús, me das la respuesta un poco más abajo: «¿Qué adelanta el hombre si gana todo el mundo, pero se pierde a sí mismo?»

Lo importante no es tener cosas, sino que mi vida tenga un sentido, una utilidad, una misión que la llene. Y cuanta más alta sea la misión, más llena estará mi vida. No existe una situación más frustrante que la del que lo tiene todo pero no tiene a nadie, «porque no es dichosa la posesión de un bien cuando de él se goza en soledad».