Jesús nos habla de lo bueno que es Dios, y que además es nuestro Padre. Entonces, ¿cómo no pedirle todo lo que necesitamos? Si los padres de la tierra procuran cuidar bien a sus hijos, ¿qué no nos va a dar nuestro Padre Dios, que es todo el Amor?
Jesús nos manifiesta mejor que nadie el amor de nuestro Padre Dios, porque Él es el Hijo de Dios. Con qué fuerza nos dice que no seamos tontos, que Dios está esperando que le pidamos con confianza para darnos todo lo que necesitamos. Pero a veces pedimos y no recibimos... Cuántas veces ocurre también que el niño pequeño pide a su padre algo y su padre no se lo da, aunque sea un padre bueno. Por ejemplo, el niño que quiere tener un cuchillo porque es una cosa que brilla y parece muy útil para jugar; pero cuando se lo pide a su padre, éste no se lo da. ¿Es que ya no le quiere? ¿Por qué no le da lo que pide? Lo que a nosotros nos parece necesario, no es siempre lo que más nos conviene. Si algo sucede en contra de lo que hemos pedido,tolerémoslo con paciencia y demos gracias a Dios por todo, sin dudar en lo más mínimo de que lo más conveniente para nosotros es lo que sucede según la voluntad de Dios y no según la nuestra (San Agustín).
Jesús quiere que pidamos todo aquello que creemos que necesitamos, pero sabiendo que el Padre sabe más; por eso, que no nos cansemos de pedirle a Dios y así aprenderemos a descubrir en los acontecimientos de cada día Su Mano amorosa: Su mano de Padre que nos quiere, cuida, forma y a veces que nos poda, como a los árboles, para que démos más fruto. Actuando así, nada en este mundo nos podrá quitar la paz y la alegría que son propias de los hijos de Dios.