Diversas maneras para manipular la caridad:
1) La manipulación paternalista: la relación horizontal entre hermanos
no es la paternidad, no es de señor a servidor, entonces desconocemos,
falsificamos el Evangelio cuando entre cristianos uno es el señor y
otro es el servidor y se adaptan posturas por tales.
2) La manipulación politica: también los políticos manejan el amor al
pueblo para lograr votos y luego no se hace nada sino puro alagar.
3) La manipulación diabólica por la caridad: el odio es el lado diabólico
de la caridad. Para amar a uno se odia al otro. Una mujer por amor a
la sobrina calumnió al novio para hacerle un bien a ella (lado
diabólico).
4) La manipulación del amor identificándolo con el servicio: es verdad que
sirviendo se puede amar pero a veces no es servicio sino servilismo. Por ejemplo, sirve la prostituta al explotador, pero eso no es servir, es ser explotador y explotado; sirve a veces la esposa como si fuera sirvienta o esclava, pero eso no es amor, es tiranía.
5) La manipulación de la humildad para oprimir o marginar: a veces se ha
utilizado el nombre de la humildad y ha servido para mantener la rutina, la pobreza, la mediocridad y para contener la rebeldía de los oprimidos, la reclamación de los propios derechos. ¿La misma existencia de las clases sociales dentro y fuera de la Iglesia no se basa en un concepto falso de la humildad? Como si Dios hubiera querido
clases sociales, desigualdades.
La humildad es la verdad: todo lo que contradiga a la verdad no es humildad y a parte que es una mentira, puede ser deformador y traumatizante, por eso la humildad nos enseña que tenemos muchas cosas:talentos, habilidades, fuerza de voluntad... Nos enseña que a ciertos derechos podemos renunciar voluntariamente pero a otros no
podemos renunciar ni por otro bien. Estos conocimientos no nos hacen orgullosos, más bien tal vez nos hagan responsables.
La humildad nos enseña que lo que tengo es mío y no-es-mío. Mi cultura, mi fuerza es mia, pero no es mia. Dios me las ha dado y tendré que rendir cuentas porque Dios nos las pedirá.
El humilde no reclama servicios y siempre está dispuesto a servir. No está anunciando a cada hora sus derechos. Los conoce, los reclama, pero no por la violencia.
Donde hay humildad tiene que haber caridad, sentido de responsabilidad y verdad. Si falte cualquiera de estas cosas no hay humildad verdadera sino una manipulación, una falsificación.