Hoy vivimos por doquier y en todos los medios, una gran inflación de palabras e ideas y en consecuencia, un tremendo confusionismo en los comportamientos. Decía un refrán que “hablando se entiende la gente”. No parece sea del todo cierto. El mundo y la sociedad actual se asemejan a la bíblica torre de Babel. Nadie se entiende. La confusión de ideas, de discursos y de comportamientos está a la orden del día. No se admite más verdad que la de cada cual. “Es verdad lo que a mí me parece. Es falso o es malo lo que no entiendo o me desagrada”. Esta postura vital es lo que el Papa, Benedicto XVI, llamó el mal más serio del mundo: y de la sociedad: El relativismo.
En el pasado se admitía, sin lugar a discusión, que la Verdad, el Bien provenía y estaba en Dios. El papel del hombre, como criatura dependiente en todo de Él, era descubrir la Verdad revelada y adherirse a ella. Conocer lo mandado y obedecer lo propuesto por su Creador. Hoy todo ha dado un vuelco completo. Se ha desplazado a Dios del concierto humano -los hombres viven como si Dios no existiera-y no saben lo que es la Verdad ni lo que está bien o mal. Lo peor de todo es que llaman bien al mal y al revés. No hay Dios que los ponga de acuerdo en casi nada. La ceremonia de la confusión está servida
SOLUCIÓN AL PROBLEMA
La verdad no es cuestión de mayorías o minorías. La Verdad es Jesucristo, verdadero Dios y verdadero Hombre. El Dios cristiano no es un Dios mudo. Él ha hablado al hombre-el único ser inteligente y libre- por medio de la Naturaleza, de la Biblia, de los profetas y de su propio Hijo. Jesucristo es la luz del mundo, el Camino único para ir al Padre, la Verdad absoluta, y la Vida en plenitud.
Todo consiste en que el hombre conozca a Jesús, le ame y le siga como su Señor y Salvador, cumpla su Voluntad divina y pueda así vivir la vida eterna que Jesús nos mereció con su muerte y resurrección. Jesucristo es la solución al problema del hombre en concreto y de la humanidad en general.
LA MEDIACIÓN DE LA IGLESIA
Jesús, según aparece en los evangelios y nos trasmitió la Tradición fundó su Iglesia, una, santa, católica y apostólica sobre Pedro en comunión con los demás apóstoles. A Pedro y a los apóstoles les dio todo el poder espiritual para obrar en su nombre. La Iglesia con el Papa a la cabeza y los obispos en comunión con él, ha ejercido este poder espiritual a través de los siglos. Quien rechaza la autoridad del Papa está rechazando la autoridad del mismo Dios y él –nadie más que él- se coloca fuera de la Iglesia de Jesús o católica.
MIGUEL RIVILLA SAN MARTÍN