
Además de estar en el Cielo, Cristo está realmente presente en la Sagrada Eucaristía. "La presencia de Jesús vivo en la Hostia Santa es la garantía, la raíz y la consumación de su presencia en el mundo. Cristo vive, y está también presente con su virtud en los sacramentos: está en su Palabra, está presente cuando la Iglesia ora y se reúne en su nombre. Dios habita en nuestra alma en gracia, está más cerca de nosotros que cualquier persona que esté a nuestro lado. No dejemos de tratarle.
Si contemplamos a Cristo resucitado, si nos esforzamos en mirarlo con mirada limpia, comprendéremos hondamente que también ahora es posible seguirle de cerca, vivir junto a Él nuestra vida, que entonces se engrandece y adquiere un sentido nuevo. Con el tiempo, entre Jesús y nosotros se irá estableciendo una relación personal, una fe amorosa que puede ser hoy, al cabo de veinte siglos, tan auténtica y cierta como la de aquellos que le contemplaron resucitado y glorioso con las señales de la Pasión en su Cuerpo.
Quien busca con sinceridad y constancia a Jesucristo acaba encontrándolo. Iniciemos nuestra búsqueda de la mano de la Virgen, nuestra Madre, a quien le decimos en la Salve: muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre.