¿Cómo se nos presenta Jesús en este Evangelio?
1)Jesús es un hombre que tiene sed y hambre. Dijo a la samaritana: “dame de beber, tengo sed”. En la cruz dijo: “tengo sed”. Se identifica con los que tienen sed. Jesús tenía hambre. Los apóstoles habían ido a comprar comida. Y en otra ocasión pasó junto a una higuera y tenía hambre. Jesús se identifica con todos los que tienen hambre.
2)Jesús es el hombre que tiene el agua que puede quitar al hombre la sed y el hambre. Jesús tiene el poder de hacernos hijos de Dios, de hacernos templos de la Santísima Trinidad. “El hombre por Cristo en Cristo y con Cristo es divino”. Pero Cristo tiene también sed de almas.
3)Cristo, más aún, es el agua y el pan que da la vida eterna.
4)Jesús es un hombre humano y humanista, es la humanidad andando. Ser humano es una gran virtud y sin embargo la ponemos a veces en ser inhumanos. Hay que ver que humano se comporta con la samaritana.
5)Jesús se nos muestra derrochando simpatía. Cualquier líder religioso de entonces y de ahora hubiera huído de la samaritana. Jesús no huye, tampoco estuvo totalmente solo.
6)Jesús se nos muestra derribando fronteras, barreras, divisiones. Siendo judío predica a los samaritanos: frontera racista, clasista. Siendo hombre habla en público con aquella mujer y en aquellos tiempos. Y ¡qué mujer era aquella mujer! No hay cristianos que en nombre de la “encarnación”, de la inculturación, se dediquen a crear fronteras: racistas, regionalistas, sociales. Pentecostés y el cenáculo sería el fin de las fronteras.
7)Jesús es el gran don de Dios. Jesús es el regalo que necesita el hombre de “hoy”.
Cada uno de nosotros hemos de llevarlo.
¿Cómo fue viendo la samaritana a Jesús?
1) Un simple caminante. No tenía ni caballo ni asno para viajar. Bien pobre tenía que ser. 2) Era un judío extranjero de su país y hereje de acuerdo a sus creencias. 3)Pero pronto, por su lenguaje y su comportamiento, se convirtió en todo un “señor”. Hay gente pobre y sencilla que son verdaderos señores y hay quienes llevan el título de don y doctor y son unos “pobres hombres”, sin dignidad. 4) Jesús pasa luego a merecer el nombre de “profeta”, conocedor y proclamador de los secretos de Dios. 5) Jesús aparece como el mesías prometido. Es el ungido de Dios.6) Es verdaderamente el salvador del mundo. Fuera de Él, no hay salvación.
La tesis del agua: nuestra sed y nuestra hambre de alimentos terrenos se pueden satisfacer, pero la sed y el hambre profunda del hombre con nada se puede satisfacer y corremos sin cesar en busca de otros pozos para encontrar allí pequeñas felicidades. ¿Cuál es nuestra hambre y nuestra sed? Es natural que tratemos de beneficiarnos del progreso científico y técnico para que todos tengan oportunidades, pero más bien venimos a ser víctimas de la carrera de las felicidades. Inmediatamente tenemos sed más fuerte. Nuestras vidas consisten en correr detrás de otra satisfacción. El hombre se está dejando modelar por una sociedad que lo hace alternativamente productor y luego consumidor. Sociedad del consumo. Llegó la hora de hacer el cuerpo humano objeto de venta y consumo, bajo el pretexto hipócrita de liberación.
Verdad fundamental: el corazón humano tiene sed de algo y solamente Jesucristo puede sanar esa sed. “Nuestro corazón está inquieto hasta descansar en tí" (San Agustín). La felicidad no se encuentra en el consumo, en los alimentos, bebidas, viajes, vestidos. El hombre se engaña a sí mismo buscando siempre compensaciones a sus deseos insatisfechos. La samaritana tenía cinco hombres y andaba con el sexto y todavía tenía sed. La sociedad de hoy es tan samaritana que a los tales les da carta de “liberados”. Jesús dice: “tengo comida que ustedes no la conocen”. Ahí está la clave de la vida de Jesús: hacer la voluntad del Padre. Ese es el camino de la felicidad: hacer la voluntad de Dios, encontrar su vocación y llevarla a cabo. Ese es el camino de la paz interior y exterior. Cuando el hombre encuentra su tarea y se halla a gusto con ella, es feliz y todo lo ve color de rosa.
El proceso de la conversión de la samaritana: la conversión es todo un proceso que nunca acaba. Podemos descubrir varias etapas en la conversión.
1)La samaritana se reconoce “samaritana” frente a un judío. Los samaritanos eran despreciados por los judíos. Ante ellos sentían un cierto complejo de inferioridad. De allí la agresividad con que la mujer responde a Cristo.
2)Pero Jesús, como excelente psicólogo, hace que aquella mujer descargue su conciencia; la tenía cargada con muchos años de pecado, pero se encontró con alguien que le dio confianza y pudo desahogarse. “Bendito sea el día en que tengamos valor para volcar nuestra conciencia ante Dios, ante la Iglesia”. Jesús la hizo volver a sí misma. “Ve y trae a tu marido”. La mujer tomó conciencia de su soledad. Nadie se conoce a sí mismo hasta verse delante de Dios, delante de Cristo. Sentirnos pecadores es el gran descubrimiento.
3)La pregunta de la mujer: ¿Tengo que ofrecer algo a Dios por mi pecado? ¿Dónde? A lo primero de ofrecer, debió responder Jesús: Dios no te pide sacrificios sino un corazón quebrantado. Dios es espíritu, no está confinado ni a sitios ni a cosas, y porque es espíritu, los dones han de ser espirituales.
4)Compartiendo la maravilla. El susto de los apóstoles al ver a Jesús hablando con aquella mujer fue grande, pero ella al llegar los apóstoles, una vez que se había encontrado consigo misma, dejó el cántaro y se fue a la ciudad a compartir el descubrimiento y dijo a los hombres: “vengan a ver a un hombre que me ha dicho todo”. Toda gracia es para compartir dice San Pablo. Todo talento es gracia.
5)Y con esto, la mujer acabó de una vez por todas con el respeto humano.