Transfigurar el mundo es el ideal corriente de muchos sistemas políticos, filosóficos y religiosos. No es la primera vez que se habla de un hombre nuevo, de la transfiguración del hombre, de la humanidad.
Los soviéticos hablaban de la llegada del hombre socialista a través de la lucha y odio de clases. Freud cree que el hombre nuevo se logrará con la liberación o mejor dicho, con el libertinaje y el desenfreno sexual, cuando desaparezcan todos los tabúes. El capitalismo individualista piensa que el hombre nuevo será fruto de la libre competencia económica y política de los individuos, grupos y naciones. Los científicos piensan que el hombre nuevo se va a lograr por medio de la informática, sociología, psicología, incluso, se habla del hombre nuevo construído por la ingeniería genética. Las novelas, las películas, presentan un mundo de ensueño.
¿Cómo se transfiguró Cristo? ¿Cómo podremos transfigurarnos? ¿Cómo podremos transfigurar al mundo?
¿Cómo se transfiguró Jesús? Sucedió unos ocho días después que subió a un monte a orar. Mientras oraba se transfiguró. El hombre Jesús siente y tiene necesidad de orar, necesita la luz y la fuerza de Dios para conocer y realizar la voluntad del Padre. Cristo se transfiguró en la soledad del monte. Hay una soledad buena que ayuda al hombre a construirse. Hoy tenemos al hombre “masa”, al hombre que se deja llevar de lo que hace y dice la gente, la propaganda. El hombre es solidario y ha de ser solitario. El hombre de verdad tiene que aprender a ser diferente. Cristo se transfiguró en la oración para tomar fuerza para el camino del gólgota. Cristo quedará transfigurado totalmente en la resurrección. Muchos creen que la transfiguración no fue más que hacer ver a los discípulos por un instante la gloria de la resurrección, que nos transfigurará a todos nosotros, y la fe en ella podrá transfigurar al mundo entero.
Para resucitar, Cristo pagó el precio de la cruz. Sin sacrificio, sin cruz, sin disciplina, sin esfuerzo, no habrá transfiguración del hombre. El camino de la transfiguración es el camino estrecho.
No tengamos miedo a ser diferentes, a caminar solos y sin muletas. Acudamos a la oración que “todo lo puede y todo lo alcanza” y vivamos la fe en la resurrección. Más bien, tratemos de vivir como resucitados en Cristo.
¿Cómo transfigurar a las personas, a los cristianos? 1) Por la formación de la conciencia. La conciencia moral es la que hace al hombre una persona responsable. Por ella responde el hombre ante su Dios por sus actos. “El hombre sin conciencia no es hombre”. La conciencia nos enseña lo que es bueno o malo moralmente. Existen muchas conciencias mal formadas que a lo malo llaman bueno y a lo dulce llaman amargo. La página que ha ayudado a formar la conciencia y que antes la sabían de memoria, es la página escrita por Moisés: el decálogo. Esa página la reforzó Cristo infundiéndole un nuevo espíritu en el sermón de las bienaventuranzas. La conciencia es una bomba más poderosa que la bomba atómica. El hombre es el único ser que tiene conciencia. Por eso, para ser hombre se necesita conciencia. 2) Por la oración: la oración es la palanca de Arquímedes que puede transformar a un hombre. 3) Por el sacramento de la confesión o penitencia: es el sacramento que más beneficios espirituales aporta al individuo, a la familia y a la sociedad, pero es el sacramento que más molestias y menos beneficios materiales proporciona al sacerdote. Quizás es el sacramento que puede contribuir más a la santificación, y si todos los hombres nos sometiéramos a él con relativa periodicidad, el mundo sería otro.
¿Cómo transfigurar a la sociedad? La sociedad necesita una profunda transfiguración o transformación. La corrupción, la anarquía, la falta de moral, han logrado en el mundo niveles que alarman.
Las bases de la sociedad son: la familia, el trabajo y la religión.
La familia: la sociedad se compone de familias, que son células del cuerpo social. Si las células están enfermas, el organismo social está enfermo. En la calle corre lo que sale de cada casa y familia. Si hay borrachos, prostitutas, atracadores, es su familia la responsable. Si la familia está podrida, las calles olerán mal.
El trabajo: la ociosidad voluntaria y forzosa es madre de todos los vicios. El trabajo es el proceso mediante el cual el hombre domina las cosas y nunca domina a otro hombre. Por eso el trabajo es específicamente humano y debe humanizarse. Sin el trabajo, ni la familia ni la sociedad pueden crecer y desarrollarse, pero el trabajo exige una educación.
La religión: bien dijo Platón: “es más fácil edificar una ciudad en las nubes, que gobernar a un pueblo sin religión”.
Para transfigurarnos hay que aprender a vivir con solidaridad, pero en solitario, sin dejarnos comer por el espíritu del grupo, y aprender a orar y vivir el credo en la vida eterna.
Para transfigurarnos necesitamos formar la conciencia recta, sin permisivismo, a la moda y a la fragilidad, y la confesión personal.