La Creación

Las primeras páginas del libro del génesis, demuestran un lindo paisaje para el origen del hombre y del mundo, pero causan muchas preguntas. Por ejemplo: ¿Cómo llegó el autor a saber que pasó en la creación? ¿Cómo llegar a un acuerdo entre su enseñanza y la ciencia? ¿Cómo creer en los seis días y en este Dios trabajador, que hizo al hombre de la arena y en ese Dios cirujano, que sacó a Eva de la costilla de Adán, etc.? Frente a todo eso algunos sí, no la mayoría, se ven a sí mismos obligados a elegir entre la fe o la ciencia. Y con todo esto, la fe y la ciencia están llamadas para vivir de acuerdo, con la condición de que mantengan cada una de ellas su nivel: la ciencia busca explicar el método de las cosas y del mundo, y la fe busca explicar el efecto o el final de la vida, el hombre y la creación. La fe y la ciencia son hermanas, dos hijas para Dios. Fueron creadas para amarse la una a la otra y para ayudarse con la condición que cada quien se quede en su nivel.
Los primeros once capítulos del génesis son una magnífica teología en imágenes, pero no son históricos. El primer capítulo fue escrito en el año 450, aproximadamente, antes de Cristo, y podemos diferenciar con claridad lo que sabía el autor (y eso es muy importante para nosotros) y lo que no sabía.
Lo que sabía es: 1) Sabe que el mundo no es Dios: ese es un rechazo para la teoría que dice que Dios y el universo son uno, y que Dios no es el mundo: ese es un rechazo para la variedades de Dios (divinizar la fuerzas de la naturaleza). 2) Sabe que este mundo por su misma existencia está amarrado por la voluntad de una persona libre que lo sobre pasa. Eso es lo que significa para él la palabra creatura. 3) Sabe que Dios no es solamente el Dios de Israel sino el Dios de todo el universo. 4) Sabe que el mundo no fue creado por una guerra entre Dios y las fuerzas del mal, sino fue, por completo, hecho por Dios: toda la creación fue hecha por Dios y está toda para el hombre, es la presencia de Dios y su fidelidad hacia el hombre. 5) Sabe entonces que los planetas no son dioses, pero tienen un papel en el juego del equilibrio entre el universo y el servicio del hombre. 6) Sabe que la creación vive en una relación constante con Dios. Esa relación para el hombre es distinta, es relación de vida; solamente el hombre es del “Espíritu de Dios”, solamente él es la imagen de Dios, es su hijo. 7) Sabe que el hombre y el universo están amarrados a Dios y sin embargo, el hombre y el universo quedan libres ante Dios porque “Dios es amor”. ¿Cómo es ésto? El universo fue creado para el hombre: para estar en él, en nuestra casa, lo usamos con cuidado, justicia y amor. El hombre es el encargado del universo y tiene sobre él todo poder (el hombre pone su mano sobre la creatura para completarla); entonces, Dios no nos puso sobre la tierra para ser esclavos de Él, sino para ser señores, representantes del creador en el universo. Todos nosotros. “Ningún ser humano es esclavo para otro, mientras no es esclavo para Dios mismo. La misión del hombre es dominar la tierra y no a sus hermanos, para su propia libertad”. Pero el universo también es libre, independiente, tiene sus leyes, y Dios no se mete en él de manera torpe. Ahí está la seriedad de Dios, la seriedad de la creación, las leyes de la naturaleza, que las descubre el hombre poco a poco, pues Dios no vendrá a jugar con ellas. 8) Y sabe que el hombre y la mujer fueron creados juntos e iguales y a imagen de Dios.
Lo que desconoce el autor:1) la edad del universo. Él cree que es menos antiguo de lo que es. 2) Él no sabe la construcción biológica del hombre, cree que el origen de la raza humana son Adán y Eva, mientras hasta ahora eso queda en un misterio. El desconoce dónde apareció el hombre primero: “Edén”es un sitio imaginario, no tiene existencia en el mapa. No sabe como se montó la tierra,”pero no creemos que la misión del autor o la del Espíritu Santo era dar clase de geografia y geología”.
La luz de esa revelación descubre una moralidad para nuestra época: nosotros, en nuestra casa, dentro de esa creación, somos responsables de ella, tenemos que mantenerla y trabajarla, ella es la residencia de toda la gente. “La distribución es natural y no hay sitio para la diferencia”. – Sabemos que fuimos creados para trabajar y desarrollarla. Entonces, el trabajo del hombre en la naturaleza tiene valor, y no es un castigo para el pecado sino una parte del llamado del hombre. Nosotros somos quienes debemos ararla. El arado significa crear la vida sobre la tierra y hacer de este mundo difícil, posible. – Sabemos que hay un respeto por el mundo que exige de nosotros, y ese es el comienzo de la moral. Quien corrompe la tierra peca contra Dios y contra sus hermanos, “la gente”. – Sabemos que la identidad del hombre es la misma identidad de la mujer y que sus honores son igualados.- Y en el momento en que fue puesto el hombre en este paraíso terrenal, fue puesto “como un ser ante una elección”. Es una elección religiosa y moral, la elección de obediencia a Dios. Esa elección no es un juego: es una elección de vida o muerte...No es importante saber si existió antes de nosotros un hombre que cometió tonterías, lo importante es ver nuestras vidas y saber si en ellas nosotros experimentamos como seres cerrados o abiertos para recibir a los demás. Sólo el hombre en este universo creado puede ser o tener un significado bueno o ridículo, y eso según la calidad de su relación con su creador y con sus hermanos, “la gente”.
El río en Edén: Dios no es el soltero constante en la tierra, no es solitario, cerrado a sí mismo y a su riquezas, sino al contrario “Dios es amor”, o sea: generosidad, fuente derramada; la creación sale de él como el río sale de la fuente. 1) Dios crea por amor como la fuente que no debe a nadie, porque no puede ser una fuente si no da su agua gratis, “un dar necesario”. Dios crea comenzando con esa libertad necesaria que es la característica del amor. Ejemplo: la madre que ve a su hijo cayendo en el fuego. Sin duda, ella es libre de salvarle, pero ella está empujada de adentro por una fuerza necesaria y por una ley exclusiva que es la ley del amor. Sin duda, no será madre. Ella es libre, pero porque ella ama no puede sino correr a salvar a su hijo. “Esa es la ley del amor que no tiene relación con la lógica”.2) La imagen de la fuente nos hace rechazar la idea de la creación como algo que ya pasó. La idea de la creación es la idea “de la continuidad en la existencia”. Dios no creó el mundo en el pasado, Él lo crea desde que existió, ahora y siempre. 3) Finalmente, la imagen de la fuente nos evita entender el amor como una característica de Dios, mientras Dios es el amor mismo.
El hombre a la imagen de Dios: dice Aliosha a Cramazof: “Ama la vida. Te basta amarla y luego busca su significado”. El amor a la vida significa el sentimiento de esa gracia: que no tenemos existencia sin Dios y que no podemos vivir felices sino en Él. Ese es el sentido profundo para la palabra: “creó Dios el hombre a su imagen”. Cada uno de nosotros debe reconocer los límites del hombre. Primero, es su nacimiento para la muerte y entre los dos su vida que la lleva el tiempo. ¿Qué hacemos? Nos rendimos hasta la desesperación? ¡No! Sino ver con ojo positivo al hombre, el creado, el amarrado a lo que está arriba, a esa fuente que es una persona, que es “Yavé”, que era, sigue y quedará en el comienzo de la vida, el hombre y el tiempo.
El llamado del hombre es a ser creatura, saber como dar las gracias. Él fue creado sólo en un día especial. Dios lo atiende personalmente. Eso significa que fue creado para ser creador. Por eso lo vemos sobre todas las creaturas. Y le dio para él un poder para dominarlas, o sea: “le entregó el creador su poder diciéndole: crea tú a mi imagen”. Entonces, cada trabajo no entra en él, la posibilidad de creación no es un hecho humano. “Somos la imagen de Dios, el creador, pero, ¿Acaso somos creadores a su semejanza? ¿Acaso nos esforzamos de formar un pensamiento personal? ¿Acaso la fuerza de la creación en nosotros está en estado consciente o no? ¿Nos hemos dado cuenta de nuestras posibilidades creadoras y las hemos puesto al servicio de los demás y de nosotros? Quien no toma iniciativas y responsabilidades no es un ser humano porque deja de ser a la imagen de Dios.
El hombre está llamado a ser creador y eso es lo que define su relación con el mundo. Pero la palabra “a la imagen de Dios” nos da otro significado más profundo: hay una relación filial entre Dios y el hombre. Si el hombre la entiende, él puede poner su mano en la mano de Dios diciéndole: “Padre”. El hombre está llamado para sobre pasar su naturaleza, no para ser “como Dios”, como vino en el cuento del pecado, sino para llegar a ser divino de verdad, en una participación de vida y amor. Ese misterio no se aclara bien sino en Jesucristo. Cuando creó Dios al hombre a su imagen lo creó como el padre crea a su hijo, o sea: “para poner al lado de él otra persona libre, responsable, capaz de amarle y también de rechazarle. No quedó frente a ese “padre Dios” sino una sola manera, porque así lo quiso: “tentar” al hombre y darle la prueba de su “amor loco” hacia Él. Eso es lo que brilla en medio de la tragedia de nuestro pecado. O SEA: “la encarnación de Dios, la cuna y la cruz. Maneras locas usa Dios para atraer nuestras libertades”. Amen.