El dios en quien creo y el dios en quien no creo

Hemos creado nuestros dioses a nuestra imagen y semejanza......Y adoramos esas imágenes desfiguradas que se parecen a nosotros. El horror llegó a pegar a todo en nuestro interior y a nuestros dioses, y nos convertimos en corazones de piedra, y en voces mudas frente a la tiranía y la injusticia del hombre.
Hemos dado a nuestros horrores lindas características y cerramos los oídos ante los gritos del hambre, la pobreza y las enfermedades...Y mientras se alzaban los gritos de las injusticias, se aumentaba con él nuestra paz y consuelo en nuestros hogares.
¿Cómo es ésto? No sé. No tengo respuestas.

El dios...... Ese anciano con su barba blanca, el rey de todos, no le interesa nada sino “la ley universal”. ¿Cómo va a ocuparse de cosas tan chiquitas?
Y ese, el otro dios......Señor fuerte, juzga con justicia. No hay escape de su castigo. El precio del pecado es la muerte. Entonces, o vivir sin pecado o no vivir, no hay elección.

Y otro dios......Racista. Ama a quien le ama y odia a quien le odia. Quien sigue su religión tiene vida eterna....Pero quien está unido a los que sufren y sangran y van en contra de la tiranía y la injusticia, y que niegan al hombre que habla del amor y no lo presenta, de la justicia y no la hace, quien pide a los demás que den y él es el primero que toma........Esos corazones sufridos no tienen espacio en el paraíso de ese dios.
Y ese dios otro......Que la vida con él es paz lejos de los problemas, pobrezas, enfermedades...Porque no somos de ese mundo....Las enfermedades, guerras son resultado del pecado. Entonces, ¿qué tenemos que ver con ésto nosotros los buenos?

Hemos creado nuestros dioses a nuestra imagen y semejanza.
Pero perdónenme, no puedo creer en ninguno de esos dioses.

El Dios verdadero amó a los pobres, sufrió con los enfermos y los sanó. Le conmovió la tristeza...Resucitó al muerto. Se emocionó ante la vergüenza de la adúltera...La dejó libre. El rico no le quiso seguir....Entonces, lo miró y lo amó.
Se enamoró del hombre e hizo de él el señor del sábado. Predijo el Amor y no tenía donde sostener su cabeza.....Se reveló contra la tiranía, la injusticia y el egoísmo, y su voz se dio fuerte en el corazón del mal.....Rompiendo las imágenes de los dioses desfigurados........Entonces, ha sido crucificado.
No puedo creer sino en ese Dios que quiso misericordia no sacrificio, que creyó en mí y me hizo creer en los demás. Que me hizo preferir sacrificar mi vida por un hombre y no por una idea. Que me hizo ver atrás de cada dolor e injusticia el fruto del pecado que va en contra del Amor. Que hizo de su ley el “Amor”.

No puedo creer sino en ese Dios que dio su vida y la encontró. Ese Dios que nombra las cosas con sus nombres. Que ama lo que ignoran los demás. Ese Dios que me enseñó que no todo lo que brilla es oro, y no toda lágrima es amarga. Y que la verdadera alegría tiene varias caras y donde se aumenta el dinero se aumenta la locura, y que a la gente le urge aprender lo que nadie enseñó hasta ahora y es: “el Amor”.
Ese es el Dios que esperé y he encontrado. Dichoso quien no se escandaliza de Él.
Dios es Amor. Y el Dios que me ama puede no sólo no dejarme morir sino resucitarme de la muerte.

Solamente el Amor es más fuerte que la muerte.