¿EXCLUIR A DIOS?


El Señor se presenta en ocasiones de una manera distinta a como le esperábamos. A veces lo tenemos tan cerca y no sabemos verlo o le pedimos que se aleje. El que da sentido a todo es excluido del proyecto de construir la sociedad. "Exclusión de Dios, ruptura con Dios, desobediencia a Dios; a lo largo de la historia humana esto ha sido y es bajo formas diversas el pecado, que puede llegar hasta la negación de Dios y de su existencia, hasta el ateísmo".

Bajo muchas actitudes que excluyen la verdad sobrenatural se encuentra un radical materialismo práctico, el aprecio a los bienes materiales por encima de todo, que impide ver al Señor en lo que nos rodea. Nosotros le decimos a Jesús que queremos ponerle en la cima de todas las tareas humanas, que entre de lleno en nuestra vida, que dé sentido a todo lo que somos y poseemos. También cuando se presente de manera distinta a como le esperábamos.


Muchos hombres tienen sus proyectos para ser felices, y a menudo miran a Dios simplemente como alguien que les ayudará a llevarlos a cabo. "El estado verdadero de las cosas es completamente al contrario. Dios tiene sus planes para nuestra felicidad, y está esperando que le ayudemos a realizarlos. Y quede bien claro que nosotros no podemos mejorar los planes de Dios".

¡Cuántas veces la lógica de Dios no coincide con la lógica de los hombres: "¿Lo quieres, Señor?...¡Yo también lo quiero!. Es necesario purificar el corazón de amores desordenados (con frecuencia el amor desordenado a uno mismo, el excesivo apegamiento a los bienes que posee o a los que desearía tener, a las propias ideas y opiniones, a los proyectos que uno se ha hecho acerca de su propia felicidad...) para confiar más en nuestro Padre Dios.


Detrás de esos males aparentes (enfermedad, cansancio, dolor, ruina ...) encontramos siempre a Jesús que sonríe y nos da la mano para sobrellevar esa situación y crecer por dentro. ¡Qué error tan grande si no supiéramos ver en esos momentos a Jesús que nos visita! Si miramos con fe las pequeñas y grandes desgracias de la vida, terminaremos siempre dando gracias por ellas... ¡Gracias, Señor, porque Te has presentado, aunque haya sido por donde menos te esperaba!