El Pastor


Pastor es todo el que gobierna:

-En el orden político: el presidente.
-En el orden familiar: los padres de familias.
-En el orden social: los profesores, los maestros.
-En el orden eclesial: obispos, párrocos.

En el capítulo 10 San Juan nos habla de tres clases de pastores: los malos, los mercenarios y los buenos.

-Los pastores malos: siempre abundaron en Israel; buscan engordar a cuenta ajena, y para eso engañan a la gente haciéndole creer que
buscan su bien. El mal pastor es el que se apacienta a sí mismo, come las ovejas que debían ser apacentadas por él.

La sociedad anda falto de pastores, guías, presa de la opresión, dividida, en discordia.

La corrupción trae corrupción, pueblo contra pueblo, hermano contra hermano y luego vienen las quejas...

El pastor mercenario: Es el comerciante para quien las ovejas son cuestión de negocio; no ama el rebaño sino el dinero que le da. ¿Habrá sacerdotes, obispos que miden las parroquias por las entradas económicas? Espero que no. La característica de este pastor es que no ama a las ovejas sino sus propios intereses.

El buen pastor: Es el que abre y cierra la puerta, va delante de los hijos, su conducta es un mandato, nunca olvida que tiene que responder ante el principe de los pastores: "Cristo". Pelea contra los explotadores, contra las injusticias, lucha por la igualdad, por la unión, defiende a los pobres marginados.

Necesitamos sacerdotes que causen asombro porque son diferentes por su vocabulario, su prudencia en el hablar, en el callar, en el enjuiciar, por el dominio de sí mismos, que creen en el poder del Evangelio, de la Fe. Gigantes en personalidad y no tan enanos.

¡Pero hoy la mayoría son tan ascépticos que no se les conoce sino por la "indecente mediocridad"!