Unión Matrimonial


Muchos se casan; casan el sexo, el cuerpo, la sangre, pero no se casan las almas, los corazones, lo profundo de la persona humana. En el alma, los viejos filósofos y teólogos distinguían: "memoria, entendimiento y voluntad".

Es necesario que las dos memorias estén casadas: Que lo mismo, él que ella, no anden recordando otros amores que posiblemente hubo antes o se pudieron suscitar después. La fidelidad también comprende la fidelidad de la memoria, del recuerdo, y también de olvidar pequeños roces y choques.
Es necesario que se casen los dos entendimientos: Eso implica cierta igualdad de pensamiento, político, religioso, una cierta igualdad de gustos. No se trata que los dos piensen igual del todo: sería un aburrimiento familiar. Que no sean dos líneas rectas abiertas, que cada día están mas lejos, sino líneas curvas que avanzan y se cruzan para alejarse y volverse a encontrar, pero nunca se alejan indefinidamente.

Es necesario que se casen las voluntades: Osea: matrimonio de libertades y corazones, que se han dicho "NO" a la libertad de separarse más adelante (divorcio). Esa libertad exige renunciar voluntariamente a la libertad de permitirse soñar con una aventura, o unas vacaciones en el matrimonio... El corazón tiene la capacidad de dar y recibir "amor", no se puede casar con la mitad del corazón o con las tres cuartas partes y reservar un rincón en el corazón para otra persona, eso sería fraude. Si el amor es dar como recibir, el cónyuge no puede recibir amor de otra persona porque siente hambre de cariño, de caricias; recibirlos es traición al matrimonio. La famila, el matrimonio lo es más por el alma que por el cuerpo.