La oración y el valor a la vida humana

El poder de la oración es infinito. Orar, orar y orar, no te canses de orar. El hombre es finito, tanto en su ser como en su pensamiento, pero su alma no, así que imagina tan solo el poder y el alcance de la oración, ésta, rebasará tu condición humana y hará que Nuestro Señor escuche tu clamor y calme tu dolor, dándote la fortaleza necesaria para no guardar rencores, ni enfados, recelos o desesperación. Sólo en el perdón brota vida nueva.

Depende del lugar en donde cada uno de nosotros esté. Lo importante no es la distancia física, sino la espiritual; esa distancia puede ser corta pues solo hay un Dios a quien dirigir nuestras plegarias. Unámonos en oración, practiquemos el amor fraterno y pidamos a Dios por gente para que encuentren en Él la paz, el consuelo, la esperanza y la fortaleza espiritual para salir adelante. Ante tal sufrimiento que hay en el mundo, no olvidemos que la solución a todos nuestros problemas empieza y termina con la oración. “La oración es omnipotente”.

Es nuestra tarea enseñar al hombre el valor de la persona, en su cuerpo, en su alma, a respetar la vida humana en su completa dignidad.
Es preciso formar al hombre en los valores, en la conciencia moral, que es el punto de referencia para el conocimiento de sí mismo. La familia es la escuela del amor, “los padres han de formar a los hijos con confianza y valentía en los valores esenciales de la vida humana”.