La oración sacerdotal de Jesús


Es una oración modelo para nosotros. Es una oración que va abriendo en círculo concéntrico. Jesús ora por sí mismo, luego ora por sus discípulos y ora por el futuro de la Iglesia y de la humanidad. Ora por todos aquellos que en el correr de los tiempos y en cualquier distancia geográfica hayan de creer en Él a lo largo de toda la historia.
Dos grandes características de Jesús:1) La seguridad y la fe total en el futuro del Evangelio. Cuando eran pocos sus seguidores y cuando estaba enfrentando ya a la Cruz, su confianza en la fuerza del Evangelio era inconmovible. Pide por aquéllos que un día han de creer en el Evangelio. El Evangelio es semilla con fuerza a través de siglos. ¿Creemos que el Evangelio es semilla después de dos mil años? O ¿Creemos que tenemos que cambiar el Evangelio y modernizarlo, aguarlo o mezclarlo con otras ideologías?
2)Jesús confiaba en sus hombres. La oración sacerdotal está ubicada en la última cena. Jesús sabía que dentro de muy poco tiempo los discípulos lo iban a abandonar. Y a a esos mismos hombres los miraba con plena confianza. Este es Jesús: el que nunca ha perdido la confianza ni en Dios ni en los hombres.

¿Qué pidió Jesús para los suyos, para la Iglesia? - Que todos sean uno: la unidad. Que la Iglesia sea realmente una comunión. "Como el Padre en mí y yo en el Padre somos uno". ¿Cómo ha de ser esta unión de los cristianos? Unión entre sí por la gracia de Dios. El amor de Dios derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado. Es la unión de las ramas entre sí por medio de la savia y del tronco. "Tronco y savia es Cristo". La unión ha de ser interior: por la vida de la Gracia. - Unión entre sí por la caridad mutua. Ya antes dijo Jesús: en esto se conocerán que son mis discípulos. Si el cristiano tiene por distintivo la caridad, es evidente que la primera caridad ha de ser con los demás miembros de la Iglesia. - Unión por la obediencia al Evangelio y a la Iglesia misma: el derecho canónico dice que la plena comunión en-con la Iglesia es aquélla por la que los bautizados se unen a Cristo dentro de la estructura visible de los Sacramentos, de la profesión de fe, y del régimen eclesiástico (efesios 4, 4-5). Dice sabiamente el Concilio Vaticano II: no se salva, sin embargo, aunque incorporado a la Iglesia, quien no perseverando en la caridad, permanece en la Iglesia en cuerpo más no en corazón.
Nosotros los cristianos nos vemos con frecuencia muy desunidos por ideologías políticas, sociales, filosóficas. Olvidamos el Evangelio. Parece que tiene más poder de aglutinar los corazones la política que el Evangelio. Y es que el Evangelio no lo hemos profundizado, se queda a nivel de cabeza y no llega al corazón.

La gloria que Jesús pide y da a sus discípulos: 1) La Cruz: es la glorificación de Jesús. La Cruz es nuestra gloria, la causa de nuestra Redención. Por eso la señal de los cristianos es la Santa Cruz. 2) El nombre o conocimiento de Dios: Jesús nos reveló el nombre de Dios Padre, Santo y Justo. 3)La gloria que nos quiere dar es el cielo. Pero el cielo hoy nos parece opio para los Tontos. Cristo nos ha prometido que participaremos de su gloria y que Él nos introducirá en ella. El cristiano vive de la promesa. El Evangelio es Evangelio porque es Evangelio de la promesa. Esa es la Buena Nueva, la mayor de las noticias.